miércoles, 28 de julio de 2010

Amor y revolución: El Salvador de Roque Dalton .

Poema de amor

Los que ampliaron el Canal de Panamá

(y fueron clasificados como "silver roll" y no como "gold roll"),
los que repararon la flota del Pacifico
en las bases de California,
los que se pudrieron en las cárceles de Guatemala,
México, Honduras, Nicaragua,
por ladrones, por contrabandistas, por estafadores,
por hambrientos,
los siempre sospechosos de todo
("me permito remitirle al interfecto
por esquinero sospechoso
y con el agravante de ser salvadoreño"),
las que llenaron los bares y burdeles
de todos los puertos y capitales de la zona
("La gruta azul", "El Calzoncito", "Happyland"),
los sembradores de maíz en plena selva extranjera,
los reyes de la pagina roja,
los que nunca sabe nadie de donde son,
los mejores artesanos del mundo,
los que fueron cosidos a balazos al cruzar la frontera,
los que murieron de paludismo
o de las picadas del escorpión a la barba amarilla
en el infierno de las bananeras,
los que lloraron borrachos por el himno nacional
bajo el ciclón del Pacifico o la nieve del norte,
los arrimados, los mendigos, los marihuaneros,
los guanacos hijos de la gran puta,
los que apenitas pudieron regresar,
los que tuvieron un poco más de suerte,
los eternos indocumentados,
los hacelotodo, los vendelotodo, los comelotodo,
los primeros en sacar el cuchillo,
los tristes más tristes del mundo,
mis compatriotas,
mis hermanos.


(Las Historias Prohibidas del Pulgarcito, México, 1974)


Hace algunos meses se conmemoraron 35 años de la muerte del poeta y militante comunista Roque Dalton. Por ello, la transcripción del poema. Éste tiene sus detractores y sus defensores. Los primeros aluden a su lenguaje “ofensivo” y “soez”. Los otros hacen hincapié en algún sentimiento nacional y hasta patriótico. No sé. Para mí, es simplemente el poema de amor más bonito que haya leído. Desde luego que no se trata de cualquier amor. Se trata de un amor que se aprende fuera de las fronteras. A la distancia. En el exilio.

Ciertamente, las experiencias son diversas. Las descritas por Dalton pueden ser o son chocantes. Estas pertenecen a un momento muy preciso de la historia del continente que parece, sin embargo, haberse detenido en el tiempo. El movimiento entre países vecinos suele ser realizado por las capas pobres o capas medias empobrecidas de una sociedad. Hoy, esto se ve en Nicaragua donde la emigración está básicamente dirigida hacia Costa Rica. En el caso peruano, a finales de los ochentas y principios de los noventas, fue Venezuela el destino privilegiado. Luego Argentina y Chile. Estos son los casos más emblemáticos.

En el caso centroamericano, también por una cuestión de proximidad geográfica, el “sueño americano” era y es muy fuerte. Pero hay que decir que este “sueño” se ha expandido sobre todo el globo por razones que aquí no puedo detallar. Para el continente latinoamericano este “sueño” puede tornarse en pesadilla, pesadilla que puede resumirse en lo dicho por Porfirio Díaz (presidente mexicano 1876-1911): "¡Pobre México! ¡Tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos!" Esto significa que el destino del país del Norte puede tener repercusiones (negativas como positivas) en los del Sur. Hoy, esto ha cambiado, puesto que también se puede aplicar al Canadá (Por la cuestión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte). Lo cierto es que la emigración hacia los Estados Unidos se ha incrementado. Por ello, la necesidad para las autoridades estadunidenses de frenarla: por ejemplo tenemos el muro en la frontera mexicano-estadunidense y el abortado PPP (Plan Puebla-Panamá) que consistía en formar a lo largo de todo el continente centroamericano, una larga zona franca, donde la ley de las maquiladoras (sweat shops) iba a reinar. Todo esto es un proceso relativamente nuevo (20 a 30 años) que ha dado pie a la reconstrucción de identidades o, para utilizar la jerga postmoderna, a las “identidades transnacionales”. El hecho de valorar (aprender a querer, a amar) la patria lejana forma parte de este proceso y en ese sentido el poema de Dalton es un tierno y estremecedor ejemplo.